¿Qué es para mí la ciudad?
La ciudad para mí no la constituyen los edificios, sino la gente que habita en ella. Su material no es tangible ni visible a simple vista, no es hormigón, ni acero, ni vidrio, ni nada semejante. Su material son las vidas de la gente que la habita y la toma como propia, para poder atender a sus necesidades y sus demandas, sus deseos e incluso sus sueños.
Pero, toda esa coreografía de actividades sociales, requiere un escenario propio, un patrón que posibilite las interrelaciones entre las personas, un modelo arquitectónico que sirva de cobijo y un entorno urbano modelado por las intervenciones sucesivas de las personas. Ya bien dijo en su momento Winston Churchill “we shape our buildings, and thereafter they shape us”. Por ello, tal y como dice Luís Fernández Galiano, “los mejores escenarios urbanos son sin duda aquellos que, sin renunciar a conformar la sensibilidad y la Mirada de los que lo usan, se pone sobre todo al servicio de la vida, procurando facilitar su despliegue fértil con formas arquitectónicas que alberguen e interpreten esa representación comunitaria donde se enredan multitud de trayectos singulares”.