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sábado, 5 de noviembre de 2011

La ciudad no es un árbol

Christopher Alexander
Berkeley (California), abril de 1965


El árbol de mi título no es un árbol verde con hojas. Es el nombre de un modelo de pensamiento. El semi-retículo es el nombre de otro modelo de pensamiento, más complejo.

Para relacionar estas estructuras abstractas con la naturaleza de la ciudad debo hacer primero una simple distinción. Quiero llamar a aquellas ciudades que se han levantado más o menos espontáneamente a lo largo de muchos, muchos años, ciudades naturales; y llamaré a aquellas ciudades o partes de las ciudades que han sido deliberadamente creadas por diseñadores y planificadores ciudades artificiales. Siena, Liverpool, Kioto, Manhattan, son ejemplos de ciudades naturales. Levittown, Chandigarh y las New Towns británicas son ejemplos de ciudades artificiales.

Cada vez está más ampliamente reconocido que falta algún ingrediente esencial en las ciudades artificiales. Cuando se las compara con ciudades antiguas que han adquirido la pátina de la vida, nuestros intentos modernos de crear ciudades artificialmente resultan, desde el punto de vista humano, un completo fracaso.

Los propios arquitectos admiten cada vez con mayor franqueza que prefieren vivir en edificios antiguos a hacerlo en otros más nuevos. El gran público, poco amante del arte en general, en lugar de agradecer la labor de los arquitectos considera la irrupción de edificios y ciudades modernos por todas partes como una consecuencia inevitable, más bien triste, del hecho de que el mundo se está yendo al diablo.

Resulta demasiado fácil decir que estas opiniones tan sólo representan la desgana de la gente por olvidar el pasado y su determinación de ser tradicional. Por mi parte, doy fe de este conservadurismo. Pese a que los americanos suelen estar al día, tienen un creciente rechazo hacia la ciudad moderna, que expresa con evidencia el anhelo de algo real, algo que por el momento escapa a nuestra comprensión.

La perspectiva de que tal vez estemos transformando el mundo en un lugar poblado sólo por pequeñas cajas de vidrio y hormigón ha alarmado también a muchos arquitectos. Para combatir ese futuro de acero y cristal se han presentado muchas propuestas y diseños atrevidos, todos con la esperanza de recrear de forma moderna las diversas características de la ciudad natural que parecen darle vida. Pero hasta el momento, estos diseños no han hecho más que rehacer lo antiguo. Han sido incapaces de crear algo nuevo.

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